Antes de rozar nuevamente
tu piel con la mía
vuelves a apagar un cigarrillo
sobre tu brazo regalón.
En algún rincón de tu sucia alma
debes pensar que cada
ceniza lacerante
apaga un incendio rutinario
que da paso a otro incendio
cuando me dejas abrazarte
camino a otro incendio
aún más indescriptible
e infame
donde no estás tú ni estoy yo:
el de la moralidad
que nunca conocimos
por inocua.
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1 comentario:
Esta muy bueno el poema, la idea se entiende perfecamente.
Muy fogoso por cierto
saludos
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