14 junio, 2005

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: El norte chileno se tambalea

Ayer la naturaleza nos volvió a recordar que somos un país sísmico: en las cercanías de Iquique se produjo un terremoto de 7,9º en escala Richter, que causó la rotura de las matrices de agua potable, además del derrumbe de casas en Huara y en Alto Hospicio. Hasta el momento han sido contabilizados 12 muertos y más de 100 heridos. El Presidente Lagos suspendió su gira por Holanda, Suecia y España, y llegará a Iquique cerca de medianoche. Los ministros ya deben estar ahí, igual cosa los candidatos Piñera, Lavín y Bachelet.

Dentro de toda esta situación telúrica, me conmueven cosas como saber que en Alto Hospicio, tierra ya caída en estigma por las violaciones a adolescentes de las que ya sabemos, se derrumbaron las casas, y las rocas correspondientes cayeron encima de la gente, provocando su deceso. También supe hace unos minutos que entre las víctimas fatales está una niña boliviana aún no identificada.

Si llevamos estos apuntes sobre el terremoto a una marcha atrás, veremos nuevamente el recuerdo de ese marzo de 1985, en Santiago. Yo recuerdo cómo una pared del cuarto donde me encontraba se dañó, igual cosa con el muro de más afuera. Tuve que permanecer esa noche al frente de mi casa, en un bus con un televisor sintonizado en Canal 13: era una película interrumpida por los extras referentes al movimiento y un spot de cerveza.

Ahora, hay que detenerse en la composición de las casas: allí está presente el adobe, que en muchas casas viejas de la Región de Tarapacá abunda. Y en mi casa, lo mismo. Mi pregunta puede ser: ¿con tanto tambaleo de la Tierra, el adobe no se estará quedando en el pasado, o es sólo una cuestión de saberlo usar, ah? Mientras las paredes resistan o no, estaremos atendiendo las nuevas informaciones sobre este nuevo remezón.

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