Es muy conocida, por los que están atentos a la creación en Chile, la versatilidad de Marco Antonio de la Parra. El hombre es siquiatra, dramaturgo, ensayista, investigador y narrador. Y también se dedicó a la crítica de televisión en diarios; lo cual no le impidió estar en la misma tele como jurado de un programa de TVN.
He atendido bastante la faceta narrativa de Marco Antonio, que incluye dos novelas que ya leí: LA SECRETA GUERRA SANTA DE SANTIAGO DE CHILE (1989) y LA PÉRDIDA DEL TIEMPO (Sudamericana, 1994). Esta última es preciso que la comente aquí. Se trata de una nouvelle de 155 páginas sobre las dificultades de ser escritor en Chile, las complicaciones que influyen y todo a través de varios personajes que van turnándose para narrar, cuando no lo hace el narrador omnisciente. Uno de los méritos de LA PÉRDIDA... reside en el hecho mismo de armar un texto sobre un tema que podría ocupar más centenas de páginas, pero que usa sólo las que mencioné. La mayoría de los personajes llega a los cuarenta, con todo un camino que deben enfrentar duramente, como suele pasar con los que escogen el oficio más oscuro de todos. Lo dijo Enrique Lihn.
Además se pueden hallar ciertos rasgos de parodia a un grupo de escritores que a principios de los 90 fueron denominados miembros de la Nueva Narrativa Chilena. Se puede atender, por otro lado, la capacidad del autor de autoparodiarse, de lanzar algunas frases brillantes, como: De fondo sonaba el noticiero del Canal 13 que para Paco era el colmo de la depresión conyugal. O cuando el mismo Paco, un tipo muy socarrón que abusaba del monólogo interior en sus escritos, mientras intenta seducir a Carolina, amante de José Luis (personaje que habla al principio, en el capítulo 3 y en el final), dice: la condición humana es una lata, la conciencia es justamente la conciencia de esa lata y por lo tanto el desafío de transgredirla, el lenguaje es eso, una herramienta de transgresión de la condición humana... Y eso que Paco está borracho.
Aparte de recomendar esta estupendosa novela, he de añadir que De la Parra también tiene programa de radio: PURO CUENTO (Duna, martes 22:00). Para que vean que él sí es versátil.
30 junio, 2005
16 junio, 2005
CAJA MALDITA: eso que pasa en Los Treinta
Sigo con cierta regularidad la teleserie nocturna de TVN, LOS TREINTA (lunes a viernes 22 hrs., repetición después del noticiero MEDIANOCHE), a pesar que la puse en duda durante la primera semana. Me fijé justo en una escena entre Adriano (Andrés Velasco) y el cocinero Benito (Juan José Gurruchaga), donde el primero se quejaba de que Benito fue con su mujer Leticia (la espléndida Sigrid Alegría) a un bar para gays. Adriano se enfurece homofóbicamente, y el cocinero, para probarlo, le manda un beso en plena boca, y a continuación el marido furioso le da un combo y se agarran... Adriano oculta algo con su rabia imbécil de macho. Como ya no tira con Leticia, puede que sea gay reprimido, y es algo que creen muchos espectadores de LOS TREINTA. A propósito de esto, me comprometo ante la pantalla de este Samsung que cuando termine esta teleserie, haré una lista con las escenas que más me llamaron la atención, sea por calentura, o por diálogos, o por otra cosa. Pues eso.
INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: mirando a los orangutanes
Las poetas argentinas Teresa Arijón y Bárbara Belloc estuvieron en el año 1996 visitando un lugar en Malasia donde se encuentra un centro de rehabilitación para orangutanes. Las observaciones y lo que las sorprendió de esos animales que en un momento de la historia, para ciertas tribus, fueron tratados igual que a los humanos, a pesar de los mitos que los sindicaban como diabólicos y desquiciados, dio origen a un libro de poesía: ORANG-UTANS (La Rara Argentina, 2000).
Teresa me decía, cuando me entregó un ejemplar de ese libro (que se complementa con el prólogo "Por qué miramos a los orangutanes", fotos de los animales que inspiran los textos, la traducción al inglés de Hillary Gardner, y una bibliografía), me dijo que ese era un libro raro. Después de revisarlo ya no me parece raro, sino un tanto ambicioso. Teresa urde imágenes sueltas donde, en primer término, se ve el lugar (Sepilok), luego los orangutanes con nombres como Maureen, Jessica y Anjia, entre otros, y al final de su recorrido le entrega su parecer a su amiga, la otra autora. De esa parte destacan "Orangután II" y "Anagnórisis", donde ve en el accionar del animal que No hay venganza, incluso sacando a colación al fantástico Godzilla: ahí se aprecia mejor la mímesis pacífica y primaria del orangután con el humano(a).
La otra mujer que escribe, Bárbara Belloc, es más juguetona y varios de los poemas que incluye tienen un aura infantil que puede hacer que merezcan salir en alguna selección de ese calibre. Y hasta diría que me cautiva más que lo escrito por la anterior. Otra cosa es el diseño de portada, amarilla por completo. Si algo nos puede dejar este paseo leído por Sepilok, es el ánimo de mirar a esos animales, y al resto, de forma más limpia cada vez.
Teresa me decía, cuando me entregó un ejemplar de ese libro (que se complementa con el prólogo "Por qué miramos a los orangutanes", fotos de los animales que inspiran los textos, la traducción al inglés de Hillary Gardner, y una bibliografía), me dijo que ese era un libro raro. Después de revisarlo ya no me parece raro, sino un tanto ambicioso. Teresa urde imágenes sueltas donde, en primer término, se ve el lugar (Sepilok), luego los orangutanes con nombres como Maureen, Jessica y Anjia, entre otros, y al final de su recorrido le entrega su parecer a su amiga, la otra autora. De esa parte destacan "Orangután II" y "Anagnórisis", donde ve en el accionar del animal que No hay venganza, incluso sacando a colación al fantástico Godzilla: ahí se aprecia mejor la mímesis pacífica y primaria del orangután con el humano(a).
La otra mujer que escribe, Bárbara Belloc, es más juguetona y varios de los poemas que incluye tienen un aura infantil que puede hacer que merezcan salir en alguna selección de ese calibre. Y hasta diría que me cautiva más que lo escrito por la anterior. Otra cosa es el diseño de portada, amarilla por completo. Si algo nos puede dejar este paseo leído por Sepilok, es el ánimo de mirar a esos animales, y al resto, de forma más limpia cada vez.
14 junio, 2005
MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: El norte chileno se tambalea
Ayer la naturaleza nos volvió a recordar que somos un país sísmico: en las cercanías de Iquique se produjo un terremoto de 7,9º en escala Richter, que causó la rotura de las matrices de agua potable, además del derrumbe de casas en Huara y en Alto Hospicio. Hasta el momento han sido contabilizados 12 muertos y más de 100 heridos. El Presidente Lagos suspendió su gira por Holanda, Suecia y España, y llegará a Iquique cerca de medianoche. Los ministros ya deben estar ahí, igual cosa los candidatos Piñera, Lavín y Bachelet.
Dentro de toda esta situación telúrica, me conmueven cosas como saber que en Alto Hospicio, tierra ya caída en estigma por las violaciones a adolescentes de las que ya sabemos, se derrumbaron las casas, y las rocas correspondientes cayeron encima de la gente, provocando su deceso. También supe hace unos minutos que entre las víctimas fatales está una niña boliviana aún no identificada.
Si llevamos estos apuntes sobre el terremoto a una marcha atrás, veremos nuevamente el recuerdo de ese marzo de 1985, en Santiago. Yo recuerdo cómo una pared del cuarto donde me encontraba se dañó, igual cosa con el muro de más afuera. Tuve que permanecer esa noche al frente de mi casa, en un bus con un televisor sintonizado en Canal 13: era una película interrumpida por los extras referentes al movimiento y un spot de cerveza.
Ahora, hay que detenerse en la composición de las casas: allí está presente el adobe, que en muchas casas viejas de la Región de Tarapacá abunda. Y en mi casa, lo mismo. Mi pregunta puede ser: ¿con tanto tambaleo de la Tierra, el adobe no se estará quedando en el pasado, o es sólo una cuestión de saberlo usar, ah? Mientras las paredes resistan o no, estaremos atendiendo las nuevas informaciones sobre este nuevo remezón.
Dentro de toda esta situación telúrica, me conmueven cosas como saber que en Alto Hospicio, tierra ya caída en estigma por las violaciones a adolescentes de las que ya sabemos, se derrumbaron las casas, y las rocas correspondientes cayeron encima de la gente, provocando su deceso. También supe hace unos minutos que entre las víctimas fatales está una niña boliviana aún no identificada.
Si llevamos estos apuntes sobre el terremoto a una marcha atrás, veremos nuevamente el recuerdo de ese marzo de 1985, en Santiago. Yo recuerdo cómo una pared del cuarto donde me encontraba se dañó, igual cosa con el muro de más afuera. Tuve que permanecer esa noche al frente de mi casa, en un bus con un televisor sintonizado en Canal 13: era una película interrumpida por los extras referentes al movimiento y un spot de cerveza.
Ahora, hay que detenerse en la composición de las casas: allí está presente el adobe, que en muchas casas viejas de la Región de Tarapacá abunda. Y en mi casa, lo mismo. Mi pregunta puede ser: ¿con tanto tambaleo de la Tierra, el adobe no se estará quedando en el pasado, o es sólo una cuestión de saberlo usar, ah? Mientras las paredes resistan o no, estaremos atendiendo las nuevas informaciones sobre este nuevo remezón.
06 junio, 2005
PAPELERÍA (o poesía): Premio de consuelo
A Enrique Juncosa
Las centellas larvarias de mi boca
pudrieron el micrófono de turno.
Por lo menos en el vuelo a Saturno
almorzaré un buen consomé de rocas.
Las centellas larvarias de mi boca
pudrieron el micrófono de turno.
Por lo menos en el vuelo a Saturno
almorzaré un buen consomé de rocas.
02 junio, 2005
INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: mutaciones de la poesía
Hablar sobre la agonía de cierto ideal, hacer que otras voces aparezcan, incluso representar a partir del cómic, haciendo ver lo que mañana no tendremos. Eso lo lleva a cabo el poeta Sergio Sarmiento en su libro MUTANTE (Esperpentia, 2003). El autor es también director de la revista que lleva el mismo nombre de la editorial mencionada, y por cierto es muy recomendable.
Se puede leer, en un principio, una sucesión de versos donde suele aparecer un animal que es propuesto como símbolo o metáfora del Ideal, de la Belleza: el pobre y vapuleado cisne, quien llega a decir lo siguiente:
Quiero morir y soy patético./Quiero vivir y soy patético.//Querer algo es ser patético. Todo esto lo dice el animal ya borracho y vomitado. En "Chucha de su madre" (ja ja) tenemos a uno que come en distintos restoranes, pero insiste en su inconformismo, a la usanza del hombre que orina en todas partes pero no es feliz, en un poema de Gonzalo Rojas. De igual modo hay uno que, sentado en un parque, mira el vuelo de una bolsa y eso lo hace preguntarse por la voluntad. No se excluye para nada el cuestionarse de la escritura misma: es cosa de leer la sentencia: que fenezca la poesía emplumada. Después de esta parte llamada Diagnóstico del Cisne, viene una llamada Contra las Aves, que propone una inmersión variada en diversos hablantes, incluso femeninos, lo que no es fácil de llevar. El epígrafe de Pessoa lo dice todo. Vemos a quien se deja llevar por la música de Parker en un auto, a muchachas complicadas o ebrias o confesoras o testigos, a uno que no encuentra signos en la estatua de Carlos Condell, en fin. Y las ideas que se cuestionan, hasta ser sólo restos mutantes que sin duda vienen a revelar algo. Obsérvese este pedazo que no le envidia nada al mismo Paul Celan: Ser de otro, ser de uno mismo,/ser compartido, ser de nadie, ser de todos./Mejor, abandonar el tema./Está claro: ni siquiera de uno mismo/y nunca de nadie. El texto final, "El desafío del espacio", puede a simple vista para unos cuantos ser un error al unir versos y cuadros de cómic. No es así: resulta iluminador a grandes rasgos y cumple con la función de ser una buena síntesis temática del resto del libro. Puede que ocurra como lo dice el poema "En un bar": El poema es la osadía del inútil, pero a textos como éste hay que poner atención.
Se puede leer, en un principio, una sucesión de versos donde suele aparecer un animal que es propuesto como símbolo o metáfora del Ideal, de la Belleza: el pobre y vapuleado cisne, quien llega a decir lo siguiente:
Quiero morir y soy patético./Quiero vivir y soy patético.//Querer algo es ser patético. Todo esto lo dice el animal ya borracho y vomitado. En "Chucha de su madre" (ja ja) tenemos a uno que come en distintos restoranes, pero insiste en su inconformismo, a la usanza del hombre que orina en todas partes pero no es feliz, en un poema de Gonzalo Rojas. De igual modo hay uno que, sentado en un parque, mira el vuelo de una bolsa y eso lo hace preguntarse por la voluntad. No se excluye para nada el cuestionarse de la escritura misma: es cosa de leer la sentencia: que fenezca la poesía emplumada. Después de esta parte llamada Diagnóstico del Cisne, viene una llamada Contra las Aves, que propone una inmersión variada en diversos hablantes, incluso femeninos, lo que no es fácil de llevar. El epígrafe de Pessoa lo dice todo. Vemos a quien se deja llevar por la música de Parker en un auto, a muchachas complicadas o ebrias o confesoras o testigos, a uno que no encuentra signos en la estatua de Carlos Condell, en fin. Y las ideas que se cuestionan, hasta ser sólo restos mutantes que sin duda vienen a revelar algo. Obsérvese este pedazo que no le envidia nada al mismo Paul Celan: Ser de otro, ser de uno mismo,/ser compartido, ser de nadie, ser de todos./Mejor, abandonar el tema./Está claro: ni siquiera de uno mismo/y nunca de nadie. El texto final, "El desafío del espacio", puede a simple vista para unos cuantos ser un error al unir versos y cuadros de cómic. No es así: resulta iluminador a grandes rasgos y cumple con la función de ser una buena síntesis temática del resto del libro. Puede que ocurra como lo dice el poema "En un bar": El poema es la osadía del inútil, pero a textos como éste hay que poner atención.
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