19 agosto, 2016

PUNTEOS. LOOPS Y DEMASES: una tristeza críptica


DAVID BOWIE
Blackstar
(ISO/Columbia/Sony, 2016)

/POST CANCIÓN/ En pleno cumpleaños David Bowie lanzaba un nuevo disco, pero todo quedaría ensombrecido dos días después: el camaleónico artista fallecía tras una intensa y casi silenciosa batalla contra un cáncer, situación de la que sólo sus más cercanos entonces estaban al tanto. El Duque Blanco abandonaba un largo camino lleno de momentos especiales, de inflexiones teatrales bien insertadas en el mundo del rock, de cambios llamativos, de jugadas valederas en distintos puntos del planeta, de odiseas terrenales y espaciales con cada instrumento aportando a la escena.

Revisando este BLACKSTAR queda claro que su lucha final, durante la cual también preparó una obra musical exhibida en Broadway, se traspasa de forma cruda a la gestación de unos temas coproducidos por el importantísimo Tony Visconti, alguien que supo palpar la inquietud y el deseo que tenía David de evitar las aguas rocanroleras al uso, tomando nota de la electrónica más inteligente y el hip hop reciente de Death Grips o Kendrick Lamar. Con esos sonidos en mente se elaboró un álbum que de verdad suena como una despedida. ¿Triste? Sí, pero de una tristeza críptica, difícil de digerir, llena de detalles intrincados en cuando a ritmo y atmósferas, una obra de cierto halalí anticomercial pero de todos modos llena de pasión, la que sobrevuela aún en los momentos más agónicos, donde las pinceladas del cielo están más cerca.

Abre el tema que da título: 10 minutos de una fuerza hipnótica inobjetable con coros de alcance extraterrestre, todo cubierto por una luz pálida y cegadora a la vez. En "´Tis a pity she was a whore" y "Sue (or in a season of crime)" lo que hay es una intención de meternos en ambientes viciados, en habitaciones donde lo que puede suceder es inenarrable. El lamento de "Lazarus" (que originalmente era parte de ese musical ya referido) entrega un sonido donde el saxo acompaña de maravillas la nebulosa doliente con aportes melódicos precisos. Avanzado el disco aparecen momentos que tal vez se pueden apuntar como menos densos en cuanto a estructura, tal es el caso de "Dollar days" o el cierre con "I can´t give everything away", mirada limpia en el último espasmo de este BLACKSTAR que cuenta por ahí con la colaboración de James Murphy (LCD Soundsystem; cosas de haber estado viviendo en Nueva York) en la percusión de los temas "Sue..." y "Girl loves me". Quedará en la historia como un álbum cuyas claves nos llevan a valorar más y más la visión gloriosa de este genio de valor incalculable, estrella multicolor que siempre permanece en la memoria del mundo que gira con dificultad, pero gira a fin de cuentas. Hasta siempre, David Bowie.

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