23 mayo, 2011

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: Foetus, industrialismo sin virar

Uno de los personajes más certeros en el desarrollo de la música industrial, tan importante como Throbbing Gristle o Cabaret Voltaire, ha sido J.G. Thirlwell, australiano radicado durante años en Nueva York, quien tiene material firmado como Steroid Maximus o Manorexia (proyecto del que retomó piezas para grabarlas en tenor sinfónico: eso sale en un disco publicado con su nombre real, el año pasado por Tzadik). Mas este hombrón es más conocido por su chapa de Foetus, con la que emprende travesías brutales donde la sustancia rockera no evita cruzarse con la música clásica, y menos con al aire de los musicales de Broadway (cosas de vivir en NYC, digo yo), todo con una voz que lo infecta todo, da mazazos, explota. Como una muestra de lo descrito me pongo GASH (Columbia/Sony, 1995), álbum cuya carátula insiste en traer a colación las postales de la Gran Manzana por la noche, con sus "no virar derecha", sus pantallas, sus letrerazos, sus cines porno... Ambiente que guarda más de un misterio, como el de "Mortgage" o "Mutapump"; ampara un hilo narrativo como el de "Slung" y sus 11 minutos de swing sin tregua; te obliga a retener una melodía con estricnina como la de "Mighty Whity (Bring me the head of...)" (¿Suicide y John Williams en la puta juguera?); te impacta como ni te imaginas, si nos remitimos a la tripleta "Hammer falls"/"Downfall"/"Take it outside Godboy" (mucho miedito); y te larga un "See you later" (allí se despide hasta en castellano: adiós, hasta la vista) como si nada. Participaron en el registro de GASH músicos como el batero Vinnie Signorelli (Unsane) y el guitarrista Marc Ribot. Experiencia fuertona la de oír a Foetus, cuyas últimas referencias bajo ese concepto fueron FLOW (2001) y LOVE (2005).

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