20 septiembre, 2006

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: en la Brit Fonda

El ambiente de fiesta del antes, durante y después del 18 está quedando atrás. Y dentro de los espacios para quienes no necesariamente necesitaban el decorado cuequero típico, estaba la Brit Fonda, idea de la productora Disco 2000, realizada hasta ayer mismo en el Galpón Víctor Jara. Me di una vuelta por ahí el sábado, con la idea más o menos clara de que sería una fonda tipo Blondie (ese día la disco aquella celebró 13 añitos). El suscrito, después de pagar la entrada, se sentó en un banco de la Plaza Brasil, tal como varios de los que deseaban entrar; chicos y chicas vestidos de oscuro, con parchecitos de sus bandas adoradas, verbigracia Placebo y Miranda! (a mi diestra vi a una niña con la corbata rosa que contiene el logo de esos argentinos). Comparto palabras con Manuel, un barcelonés que lleva unos pocos meses en Santiago, sin dejar de ver a su madre, según lo que me contaba. Este hombre prácticamente vestía como un chico emo-punk. En la espera alguien saca no sé qué de un auto, frente a la entrada. El equipo de seguridad revisó las mochilas, medida habitual que se condice con algo de lo que decía el afiche. Arremetemos juntos Manolete y yo, mientras la pantalla gigante termina de pasar "I touch myself" de Divinyls, y lanza a The Cure en vivo con Brian Molko. El tío este me pasa un chicle. En principio quedamos más o menos al medio, siguiendo lo que el cuadrado enorme muestra. No evito dirigir mi mirada a quienes se acercan, suben a los tablones, se colocan en las tarimas, se encienden de a poco. Cerca de nosotros, dos chicas relativamente atractivas, siguiendo con verdadera complicidad lo que venga, armando su sensual coreografía libre, sin caerse por demás. Un globo azul sale no sé de dónde, lo tiran y lo retiran, y también llega a mí. De tanto y tanto girar a la derecha quedamos cerca de otras féminas, vestidas de colegialas vaya a saber en honor de quién (no creo que por las Cabras Chicas Gritonas, fíjense) , compartiendo la tarima con unos que se subían. Seguridad daba vueltas por dentro también. Las chicuelas que describí primero de igual modo quedaron más cerquita, tal vez por el arrastre de la música misma. Lo mágico vino cuando una de ellas quedó enfrente mío, y de ahí no dejamos de bailar juntos, insinuándonos, justo en la pasada de Miranda! en vivo, justo ahí (es bien fan, lo pensé), incluso bailamos la "Barbie girl" de Aqua (que no es precisamente favorita mía, pero a seas alturas...) El resto gestualmente hacía hincapié en el calor del recinto... Ella era lo que me importaba, el español se hizo humo. Pasados otros movimientos nos abrazamos de verdad, y ella me dejó besarla, me engulló con su lengua de sal sabiendo dulce esta vez, cerrando los ojitos la muy, ñam, al borde de morder, y corriéndonos luego hasta un ángulo oscuro (¿dark of the disco, parafraseando a Franz Ferdinand, que esa también la bailamos antes de?), entendiendo su piel como algo ya ineludible, su saliva era ya miel ensimismada, quizás cuánto tiempo fue el que gastamos, hasta que me dijo que se tenía que ir con la amigui. Uf. Qué placer dirán por ahí. No me quedé con su nombre, ni le dije más, pero con esa inversión abisal bastó. Así se besa en el siglo XXI, por decir algo. Seguí solo y cerca de otras gentes, dándome por pagado.

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